
Si se precisara algún tratamiento dispensado en farmacia, sea este puntual o continuado, ha de ser asequible económicamente para garantizar el acceso a todas las personas que lo necesiten y lo tenga en su tarjeta sanitaria. El copago farmacéutico (prestación farmacéutica ambulatoria) es la contribución económica que cada persona realiza para utilizar de una sanidad pública y gratuita.
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Fue puesto en marcha como una de las soluciones para aminorar o evitar el abuso de la gratuidad de los medicamentos retirados de la farmacia, siendo estos acumulados o usados por otras personas. Se paga entre el 10% y el 60% del precio del medicamento según el nivel de renta del paciente, la discapacidad o la situación de desempleo… adaptándose el copago a las capacidades de cada persona, garantizando que resulte siempre asequible.
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Tramos de aportaciones al copago
(1) Están exentas del copago las personas que reciben el Ingreso Mínimo Vital (IMV), las personas con una discapacidad reconocida superior al 33%, con síndrome tóxico, perceptoras de rentas de integración social o pensiones no contributivas, las personas desempleadas que han perdido el derecho al subsidio de desempleo, o aquellas que están recibiendo tratamientos derivados de accidentes de trabajo y enfermedad profesional…
(2) Los medicamentos con aportación reducida son aquellos de elección en el tratamiento de enfermedades graves y/o crónicas, usados por pacientes no hospitalizados pero dispensados en las farmacias del hospital. Se pueden consultar cuáles son estos medicamentos en las últimas páginas de la disposición 9709 del BOE núm. 225 de 2013. Los podrás reconocer porque tienen un punto negro para diferenciarlos; son habituales en casos de VIH/SIDA, hepatitis, cáncer, Crohn…