¿Cómo ejercemos el derecho a
la intimidad, el honor y la imagen?
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- La colocación de cualquier micrófono o cámara que permita grabar y reproducir la vida íntima.
- El uso de micrófonos, cámaras o cualquier otro medio (por ejemplo: leer tus cartas o diario) que permita conocer la vida íntima de la persona.
- La divulgación de asuntos privados que afecten al buen nombre (por ejemplo: la publicación de tu diario).
- La revelación de datos privados que se conocen a través de la actividad profesional (compartir tu diagnóstico).
- Cualquier fotografía o vídeo realizados sin tu consentimiento.
- El empleo de tu nombre, voz o imagen con fines publicitarios o comerciales, sin autorización.
- La imputación de hechos o manifestación de juicios de valor que lesionen tu dignidad.
Los delitos contra el honor
- Si la persona no tenía intención de herirte, aunque haya consecuencias para ti, no hay crimen o delito.
- De igual manera, no se genera un derecho a compensación, ni un crimen penal, sino derecho a rectificación: mediante carta pública o comunicado, en la misma plataforma en que difundió calumnias e injurias, ha de rectificar su información y tu honor.
Los tratos humillantes o denigrantes

La intimidad
Es clave para el bienestar emocional y la calidad de vida de las personas, y la mejor manera de protegerla es mediante la promoción del respeto y la capacitación del personal de apoyo y de los familiares de personas que precisen cuidados, como ocurre a algunas personas mayores. La privacidad, en los espacios y actividades privadas parece una necesidad obvia, pero a menudo puede ser descuidada: la rutina que suponen los cuidados para la persona cuidadora puede despersonalizar a la persona que los recibe, priorizando la efectividad y rapidez por encima del derecho a su intimidad.
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Es necesario ser consciente en todo momento de que la interacción con la persona que precisa cuidados, es un momento privado, emocional y personal muy importante. Cada espacio en que la intimidad se pueda ver comprometida ha de ser sujeto a un código de conducta claro, a ser posible elaborado con la participación de los usuarios.
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A fin de fomentar el respeto y la conversación entre partes, existen muchas medidas sencillas, pero útiles: informar antes de iniciar cualquier actividad o contacto, llamar a la puerta del servicio o habitaciones aunque tengan que entrar, organizar talleres entre personas cuidadoras y personas que precisen cuidados, y por supuesto, contar con mecanismos de queja y denuncia.